domingo, 21 de marzo de 2010

"Gritodromo"

“Árbitroooo…, la porra te saluda… fiu fiu fiu fiu fiu….” –así es la catarsis que se vive en los estadios, frases como “Ampayita…, ya llegó tu mamá…”, “si se puede – si se puede”, “en dónde están – en dónde están – esos %&/$%& - que nos iban a ganar???”, “que sí – que no – que cómo ch… no”, “Oy oy oy oy oy oy oy - el que no brinque es un $%&$% MARICÓN”, “Como No Te Voy A Querer - Como No Te Voy A Querer - Si Mi Corazón Azul Es - Y Mi Piel Dorada - Siempre Te Querré....”, se dejan escuchar entre otras muchas pero muchas más que el público asistente grita como un desahogo a toda la presión que va cargando y que es justamente a través de un grito o alarido que la libera…, presión que se genera por el aumento en los precios de productos y servicios, por la intolerancia de la autoridad a quien rendimos cuentas, porque el salario no alcanza, por los desmadres y desfiguros que hacen nuestros políticos y que nos afectan directamente, por la inseguridad y muchas otras cosas que nos acontecen todos los días, y ese grito no necesariamente es al portero, al entrenador, a la porra de enfrente, etc., ellos lo reciben, pero ese grito va dirigido al gobierno, al jefe inmediato, a los papás, a toda aquello que represente a la autoridad aplastante, tirana e intransigente que nos magulla y nos exacerba.

Es en los estadios en donde encontramos a nuestros pares que coinciden con nosotros y que requieren de desfogarse a través de una mentada de madre que nos ayuda a manera de terapia relajante y vigorizante a la vez… Es ahí donde se comparten preocupaciones y sentimientos coincidentes con miles de extraños que en ese momento nos parecen familiares… y compartimos ese grito anhelado de gooooool y aplaudimos y se nos olvida todo lo que nos aqueja y alcanzamos el éxtasis y por un momento todos mimetizados sonreímos y nuestro cuerpo con su respectiva alma se deslinda de todo el estrés.

El pago por el boleto para ver el espectáculo también nos confiere (aunque no lo diga el pase) un derecho a gritar, a sentir y a vibrar con ese alarido de guerra que cada tribu temporal (porra) tenga a bien sugerir y es justo a la voz de “chin… a su madre el que no grite” que gustosamente y de manera voluntaria nos adherimos…”Campeón si puedes tu con dios hablar pregúntale si yo alguna vez te he dejado de alentar....................”

Visto así, un grito en el estadio, cualquiera que éste fuese, no es una ofensa para nadie, es simplemente una voz que quiere ser escuchada, es un sonido que inicia para romper un silencio subyugante…, es un ”algo” que se manifiesta de forma con mucho fondo…, es nuestro coraje que se acumula y se va acumulando y que espero en un tiempo que me gustaría ver y vivir, se transforme en acciones que transformen a este querido y amado país.

Guillermo Lora Santos – febrero 2010.

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