martes, 19 de agosto de 2008

Y cuando llegue a viejo...


Y cuando llegue a viejo..., si es que llego, ¿qué haré cuando vaya manejando y un joven me toque el claxón para ir más rápido y me grite: "anciano, pareces tortuga"?; ¿Me quedaré callado para que mis nietos no se aburran y digan: "eso ya nos lo platicaste abuelo"?; ¿Acaso habré ahorrado lo suficiente para depender de mi mismo y no escuchar a mis hijos decir: "el viejo es una carga, pero ni modo de correrlo, es nuestro padre"?; ¿Evitaré participar con mi opinión para no escuchar: "discúlpenlo, ya está grande, ya chochea"?; ¿Me quedaré quieto como mueble encerrado en un cuarto para no apenar a mi familia delante de sus amistades?


Piénsalo bien, ¿cuántas de estas cosas y más hacemos con nuestros viejos (los que tenemos la bendición de tenerlos)?, recuerda que lo que hoy hacemos, algún día nos lo harán, además los "viejos" tienen tantas cosas que enseñarnos, ¡cuántos tropiezos podríamos evitar si les escuchásemos!


Cuando veas a un anciano recuerda que Dios nos permite todavía tenerlos entre nosotros para aprender lo maravilloso que es vivir y comprender los misterios de la vida.


Guillermo Lora Santos.
2003

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