martes, 9 de septiembre de 2014

Gloria.

Y ese néctar de tu piel que emana cuando la acaricio y que se transforma en elixir que tomo de tus besos y hace que el éxtasis de tu mirada se pose en la mía…, eso, eso se llama gloria…

Y mis manos se convierten en serpientes que huelen el calor del templo, ese mismo que emite señales para que sea localizado a través de cualquiera de los senderos que hasta él conducen…

Y los ofidios se separan para avanzar y reconocer terreno, una va por el valle y la otra por las montañas y juntas se encuentran en el manantial de la vida, en la bifurcación del embeleso y la agonía hasta que todo se recrea en una muerte chiquita…


Guillermo Lora Santos – Tipster -sep-2014

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