Y ese néctar de tu piel que emana cuando la acaricio y que
se transforma en elixir que tomo de tus besos y hace que el éxtasis de tu
mirada se pose en la mía…, eso, eso se llama gloria…
Y mis manos se convierten en serpientes que huelen el calor
del templo, ese mismo que emite señales para que sea localizado a través de
cualquiera de los senderos que hasta él conducen…
Y los ofidios se separan para avanzar y reconocer terreno,
una va por el valle y la otra por las montañas y juntas se encuentran en el
manantial de la vida, en la bifurcación del embeleso y la agonía hasta que todo
se recrea en una muerte chiquita…
Guillermo Lora Santos – Tipster -sep-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario