Entonces...,
¿no estoy muerto?
¿por qué no tengo ilusiones?
¿ por qué no disfruto de todo lo que tengo?
¿por qué no me conmueve la gente que necesita una ayuda?
¿porqué no doy gracias a Dios por cada día que comienza?
¿por qué ya perdí mi capacidad de aprendizaje y asombro?
¿será acaso que estoy muerto entre los vivos?
¿Será acaso que yo no quiero esta oportunidad y prefiero vivir muriendo y ocupar el espacio de alguien que sí tenía ganas de vivir, de servir a los demás, de amar al prójimo, de ser mejor día con día y dejar el mejor ejemplo para quienes lo rodean?
Qué triste ver mi funeral todos los días que pasan, más triste es saberlo y no hacer nada.
Y tú, amigo, ¿vives o mueres?
Guillermo Lora Santos.
2001.
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